Catarsis



Dicen que escribir es bueno para hacer catarsis, a veces- más seguido de lo que te imaginas- hace falta una buena diarrea emocional, verbal y textual, expulsarlo todo con una furia incontenible, alejarse del mundo para adentrarse en uno mismo. A veces, ciertas veces, descifrar el mundo de nuestros pensamientos se hace vital para comprender el mundo exterior. Por eso escribo, para desahogar mis ideas, descifrar mis pensamientos, para vomitar mis tormentos. 
 Aunque no es lo mismo pensarlo que escribirlo; podemos externar nuestras emociones de manera verbal o gestual fácilmente pero cuando se trata de escribir no sale igual. Es como si supiéramos, en el mismo instante en que agarramos la pluma, que todo aquello que plasmemos se va a quedar ahí de manera permanente. Primero hay que aterrizar el mundo de ideas que traemos atoradas en la cabeza, expurgar cuidadosamente, ir con cuidado para no atorarse en las telarañas, recordar para no perderse en los múltiples laberintos, no caer en engaños, ni prejuicios. Hilar, poco a poco, ir despacio colocando, como rompecabezas de mil piezas, cada cosa en su lugar. Hacerlo con extremo cuidado; si hablando cometes algún error, si dices algo equivocado, puedes salir librado, pero si escribes algo indebido serás perseguido y acribillado. Tienes que ser mucho más cuidadoso con las palabras que ocupas. Aún en plena catarsis, cuando desahogarte te hace escribir mecánicamente, es difícil expresar con palabras lo que llevamos dentro ¿será que las palabras no alcanzan?, ¿será que hay cosas del mundo, que sigue siendo el mío, que aún no puedo codificar? Porque cuando digo árbol, sé qué es y no me engaña; pero hay cosas que ni entiendo, ni puedo plasmar, que deambulan como fantasmas en mi realidad, que se hacen pasar por palabras que conozco, que se disfrazan para encajar; hay conceptos que nos engañan, que mienten cínicamente, que se cubren de palabras, exigiendo su espacio en la realidad, que sigue siendo mía, y no alcanzándoles todas las palabras del mundo, se quedan inmóviles. Petrificados del dolor que les causa no encontrarse, se despojan del cúmulo de palabras que cada uno fue hilando, deshacen todo y vuelven a comenzar de nuevo, así, una y otra vez, infinitamente.  Así, en plena catarsis nos de-construimos y nos volvemos a construir, una y otra vez, infinitamente.  Encontrando sentido siempre, sin llegar a nada nuca, así, una y otra vez, infinitamente.

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